En cualquier proceso de tratamiento de agua o en industrias que manejan químicos, hay una palabra clave que siempre debe estar presente: precisión. No se trata solo de añadir un químico al agua o al proceso productivo, sino de hacerlo en la medida justa para que el resultado sea el esperado. Cuando la dosificación se hace “a ojo”, el riesgo de fallas, desperdicio de producto o incluso daños es muy alto. Para evitarlo, se utilizan las bombas dosificadoras.
Una bomba dosificadora es un equipo diseñado para inyectar cantidades exactas de líquidos, generalmente químicos, dentro de una corriente de agua, gas o cualquier otro fluido. Imagina que necesitas clorar una piscina: podrías hacerlo vertiendo el producto manualmente, pero corres el riesgo de poner más o menos de lo necesario. Con una bomba dosificadora, ese problema desaparece porque la máquina entrega siempre la cantidad justa, sin importar si el sistema funciona las 24 horas.
Aunque existen distintos modelos y tecnologías, el principio básico es muy parecido:
Succión: la bomba toma el químico desde un tanque de almacenamiento.
Cámara de dosificación: allí se mide el volumen exacto a inyectar.
Impulso: el diafragma, pistón o rodillo desplaza el químico.
Inyección: el líquido entra en la línea principal mediante una válvula de retención que evita retrocesos.
Gracias a este ciclo, la bomba repite de manera automática un proceso que manualmente sería lento y poco confiable.
Las bombas dosificadoras tienen múltiples aplicaciones:
Tratamiento de agua potable: para cloración y corrección de pH.
Piscinas: mantienen la calidad del agua de forma automática.
Piscicultura: permiten aplicar oxigenadores líquidos o medicación.
Industrias: se usan para dosificar ácidos, bases, aditivos y colorantes.
En cada uno de estos casos, el objetivo es el mismo: dosificar con seguridad, precisión y sin desperdicios.
En el mercado encontrarás varias opciones:
De diafragma, las más populares por su resistencia a químicos y bajo mantenimiento.
Peristálticas, recomendadas para líquidos viscosos o con partículas.
Magnéticas, ideales para caudales pequeños y trabajos sencillos.
De pistón, pensadas para aplicaciones que requieren presiones más altas.
La elección depende tanto del químico a usar como del caudal y presión requeridos.
El uso de bombas dosificadoras trae beneficios claros:
Reducción de desperdicios químicos.
Mayor seguridad para el operador.
Automatización y ahorro de tiempo.
Compatibilidad con diferentes sustancias químicas.
Costos operativos más bajos a mediano plazo.
Las bombas dosificadoras son aliadas indispensables cuando se busca controlar procesos con exactitud. Su aplicación abarca desde proyectos domésticos, como piscinas, hasta sistemas industriales complejos o plantas de tratamiento de agua potable. Lo importante es elegir la bomba correcta según el químico y la necesidad de cada cliente.
En Sumiwater trabajamos con equipos confiables y materiales compatibles con todo tipo de productos químicos. Nuestro compromiso es asesorarte para que inviertas en la bomba adecuada y tu sistema funcione de manera segura y eficiente.